Todos somos únicos y en constante cambio, por lo que generalizar características de algún grupo puede llevar a conclusiones inadecuadas. Sin embargo, es posible encontrar algunas tendencias que se presentan con mayor frecuencia en la práctica clínica. Si pensamos respecto al modo en que muchos hombres experimentan la terapia de pareja, surgen algunas consideraciones importantes:
• “Tener que hablar”
Resolver los problemas a través de la conversación muchas veces se asocia a una habilidad más “femenina”, en la cual muchos hombres se sienten inicialmente en desventaja. Más allá de los estereotipos, varios llegan a terapia de pareja sintiendo que es un espacio en que están menos entrenados que sus parejas. A modo de broma (y a veces en modo serio), en muchos círculos masculinos cuando la pareja dice “tenemos que hablar” es considerado como un motivo de alerta frente a algo potencialmente difícil o muy grave.
• Largas conversaciones
También ligado al expresarse verbalmente, muchos hombres se aproximan a la terapia de pareja con la idea que la principal solución que se propondrá es que será necesario hablar largamente de cada tema que pueda provocar conflicto.
Frente a eso, suele aparecer la idea a priori, más o menos explícita, de tener que enfrentarse a unas extensas y a veces tediosas reuniones. A menudo, esto también provoca grados de reticencia hacia estas intervenciones. De hecho, más de alguien frente a conversaciones que les parecen extremadamente extensas, prefieren expresar que están de acuerdo con lo que plantea su contraparte (sin necesariamente estarlo!!) con el fin de acabar con la situación. Obviamente esto puede, a corto plazo, terminar con la conversación, pero a mediano y largo plazo ,generar desconfianzas, acumular resentimientos y no resolver los conflictos de fondo.
• Vulnerabilidades y emociones
Pero, en una terapia no se trata sólo el “tener que hablar ”, sino también conectarse y expresar emociones y vulnerabilidades. Esto suele aparecer también como una amenaza, ya que puede ser un área en que varios hombres se sienten menos expertos.
Directa o solapadamente persisten aún aprendizajes asociadas a ideas de “los hombres no lloran” o “un macho se muestra duro, no muestra debilidad”. Muchos han aprendido a intentar ocultar vulnerabilidades o expresarlas indirectamente, por ejemplo a través de emociones menos amenazantes como la rabia o el enojo. Referirse por ejemplo a vergüenzas o temores implica exponer temas que muchas veces cuesta incluso reconocerlos en privado.
• Roles de género en cuestionamiento
Si bien es un proceso que lleva muchos años, en el último tiempo se ha ido intensificando el cuestionamiento a los roles tradicionales de género. Esto suele llevar a algunos grados de desconcierto, inestabilidad e incertidumbre mientras se llega a nuevos paradigmas. Más de algún hombre ha manifestado en el espacio terapéutico cómo las nuevas demandas los dejan sin un marco preestablecido que oriente lo que se espera de ellos. Esto implica desafíos respecto a cómo se entiende la masculinidad y las nuevas construcciones en las relaciones de pareja.
Algunas ideas del abordaje de estos temas en terapia de pareja
El espacio de la terapia de pareja puede transformarse en una experiencia en que los temas anteriormente citados sean considerados y se busquen formas de ayudar a un clima colaborativo y útil para ambos miembros.
Puede ser una oportunidad de experimentar nuevas formas de comunicarse, en que se es escuchado en un espacio de cuidado. Todo esto suele ayudar a los hombres a sentirse más invitados a expresarse sin que se transforme en la amenaza del “tenemos que hablar”.
Y, aunque enfrentar verbalmente los temas suele ser un buen medio terapéutico, esto no significa que tenga que ser algo muy extenso o difícil de abordar. También, en un adecuado ambiente terapéutico, se debe favorecer el desarrollo adicional de modos de comunicación que no sean sólo verbales.
Al lograr un buen clima de interacción, abrir vulnerabilidades y emociones difíciles, puede transformarse en una experiencia reparadora, que permite el desarrollo de una mayor empatía y comprensión mutua. Para ello es fundamental crear un espacio no amenazante y respetuoso de las fragilidades de cada uno.
En este tipo de ambiente, se pueden generar también nuevos acuerdos respecto a los roles que cada uno vaya tomando y lo que se espera del otro. La idea es favorecer una construcción compartida y acordada sobre la base de valores compartidos y respetos mutuos.
Ps. Daniel Rodríguez Grau
danieljrg@gmail.com
Instituto Chileno de Terapia Familiar