Quisiéramos compartir, en este espacio, algunas de las muchas reflexiones que nos llevaron hace cuatro años a elaborar un programa de intervención diseñado para familias con hijos pequeños y bebés, así como otras que nos han surgido durante su implementación y desarrollo.
A partir de las resonancias con muchas de las historias de nuestros consultantes, así como de nuestras propias vivencias de ser madres y de hacer familia, nos surgieron reflexiones teórico-emocionales respecto a los desafíos y dificultades en la crianza.
Dimensionamos la enorme cantidad de cambios que implica a cada persona el tránsito de ser un individuo que se responsabiliza sólo por sí mismo, a tener que incorporar a un nuevo ser, frágil y dependiente al extremo, pero que impone un profundo cambio en la propia vida. Obviamente este cambio se da de manera distinta según la realidad y el contexto de hombres y mujeres. Así es distinto ser madre soltera o estar en pareja, quedar esperando un hijo sin esperarlo o tenerlo cuando se planificaba, convertirse en padres gracias a técnicas de reproducción asistida o a la adopción, tener un bebé enfermo o uno sano, ser padres de un hijo único o tener varios hijos.
En todas estas situaciones, observamos los conflictos y ambivalencias que genera el tránsito a ser adultos a cargo de un pequeño ser. Por eso esta etapa es considerada una crisis normativa del desarrollo, que no por ser normativa deja de ser crisis. Como toda crisis normativa, este periodo tiene algunas características especiales. Lo singular es que es una crisis que está asociada a la alegría, al milagro, al regalo, y a la esperanza, pero al mismo tiempo está ligado a temores, pérdidas, dificultades y sentimientos de incompetencia. Plantear abiertamente estas emociones ambivalentes, incluso en el seno de la familia, no es algo que reciba fácil comprensión y acogida.
Además, hay que considerar que, desde una mirada transgeneracional convertirse en padres implica la actualización de conflictos, no siempre bien resueltos, con los propios padres.
Por último, tener uno o más hijos pequeños conlleva acostumbrarse a un cambio radical de vida, especialmente cuando llega el primer niño/a. Hay que aprender a mudar, alimentar, ha
bituarse a dormir poco, intentar combinar los espacios de padres y de pareja. Todo ello acompañado de la responsabilidad de “hacerlo bien”. Así escuchamos frases como las siguientes:
Madres:
“No sé qué le pasa…me dicen que puede tener cólicos…no soporto el llanto.”
“….Me voy,… la dejo llorar y me siento en la escalera a llorar yo también.”
“Necesito mirar si respira….. no he dormido en toda la noche”
“Cómo estará mi leche?….. Habrá subido de peso?….El pediatra me felicitó por mi leche en el último control, cómo me irá en este, lo estaré haciendo bien?….”
“De dónde saco un zapallo bien amarillo para la sopa….?”
“Cuánto Sulpilán tomó?…..Me tomo seis al día y no me sale más leche…..”
“ de nuevo se enfermó…qué me van a decir en el trabajo si falto?”
“La protejo porque yo fui excluida…para que no sufra lo que yo sufrí.”
“Todo el mundo opina, creen saber todo y yo no sé qué decidir…”
Padres:
“Tendré que pedir aumento o cambiarme de pega… con una familia más grande no creo que me alcance?”
“¿Sabes cuánto cuesta el kilo de guagua?”
“Ella llora todos los días, ¿que le pasa?…tenemos todo, debería estar feliz.”
“Cuando les grita a los niños prefiero hacerme a un lado, sino me meto se enoja más…pero si no me meto me dice que no hago mi parte.”
“Ya no me pesca, sólo le interesa ser buena madre..”
Los hermanos:
“¿mis papás dejaran de quererme cuando llegue el bebé?”,
“yo no lo quiero en mi pieza”
“¿por qué no lo devuelven a la clínica?”
“La Jose se come todas las galletas y la mamá no la reta”
Estas frases que expresan algún grado de dificultad, tienen su correlato en la construcción del vínculo con el niño desde recién nacido. Puede que sólo representen una queja puntual y un momento difícil pero acotado en la relación, pero también puede ocurrir que a partir de ello se inicie una trayectoria de descoordinaciones en la relación entre los miembros de la familia. Estas descoordinaciones pueden dar origen a la construcción de relaciones familiares difíciles y disfuncionales que afecten a cada uno de los miembros y que puedan aportar al desarrollo de síntomas psicopatológicos.
Directamente asociado al párrafo anterior, otro motivo que nos impulsó a generar este programa – tal vez el principal- fue percibir la necesidad de realizar un trabajo preventivo con las familias con niños pequeños.
Es así que cuando nos llega a la consulta un adolescente con síntomas complejos y muchas veces graves, con conductas que atentan contra su posibilidad de crecimiento y su entorno, visualizamos empíricamente en el curso de las sesiones que esos síntomas y los entrampes familiares en los que participa, tienen ingredientes muy tempranos en cuanto a pautas de interacción y a la calidad del vínculo entre padres e hijos. Desde esta constatación y desde lo removidas que en muchas ocasiones nos quedamos frente al sufrimiento de niños y de padres, es que nos surge la pregunta ¿qué habría pasado si hubiesen consultado antes…desde el inicio…? Tenemos la certeza que la situación habría sido mucho mejor. Desde esa certeza surge el desafío de promover consultas más tempranas para abordar incipientes problemas que proyectados en el tiempo podrían tener costos mucho mayores.
Por otra parte, durante la última década hemos podido observar el surgimiento de toda una corriente de profesionales dedicados y estudiosos de esta etapa, que basados muchos de ellos en las teorías del apego proponían terapias centradas en la diada madre – bebé y/o se enfocaban en el trabajo de habilidades parentales para uno o ambos padres.
Sin embargo, quisimos encontrar también respuestas desde la terapia familiar sistémica. En Chile no encontramos trabajos desde esta perspectiva que propongan un enfoque especial en esta etapa, y menos aún una forma de trabajo con familias que incluya la participación activa de niños pequeños y bebés. Probablemente los niños pequeños no han sido incorporados, dada su evidente falta de desarrollo y maduración de algunas competencias centrales para las terapias tradicionales, en especial las verbales y reflexivas.
Pensamos que la terapia familiar sistémica tiene mucho que aportar en relación con esta etapa, y asumimos que el ICHTF, como una institución especializada en familias y relaciones debía tener una voz en esta temática. Esta fue otra de las razones que nos llevó a desarrollar el programa que aquí presentamos: INICIA.
Quisiéramos mencionar algunos elementos teóricos que nos han sido útiles en el desarrollo de nuestro programa, especialmente en la metodología de trabajo y la actitud terapéutica que proponemos.
Un autor fundamental en este recorrido ha sido Daniel Stern, recién fallecido en noviembre 2012. En su libro “La constelación maternal” retrata magistralmente esta etapa desde el punto de vista de la estructura psíquica de la madre, la relevancia de las interacciones con su entorno, y de la interacción con el niño en el proceso de la formación de su identidad.
Stern plantea, que en el periodo prenatal y posnatal hasta aproximadamente 4 años de la vida del niño, ocurren una serie de cambios en la estructura psíquica de la mujer. Refiere que los cambios son tan impactantes que incluso podrían ser vistos como estados psicopatológicos. En este sentido, es enfático en plantear que una intervención terapéutica en el periodo de la constelación maternal tiene características especiales y que desafía al terapeuta a conectarse con ella y tener presente temáticas centrales para ir elaborando y resolviendo.
Frente a esto y concordantemente con nuestra visión sistémica, pensamos que también el padre y otros miembros de la familia que viven el proceso de llegada del nuevo integrante, son incorporados a este estado especial, a esta extraña constelación en que flotan temáticas antiguas y ancestrales que afectan el presente.
Recurrimos como base para comprender a las familias que nos consultan al modelo de trabajo de la UNA – IChTF (Unidad de Terapia Familiar con Niños y Adolescentes del IChTF) en el que se incluye la mirada de terapeutas familiares sistémicos como Maurizio Andolfi, Ellen Wachtel y Allan Cooklin, Catherine Ford Sori, Jennifer Freeman y David Epston entre otros, que rescatan la importancia de recoger la voz de los niños y de darles participación en la terapia.
También consideramos las teorías que destacan la importancia de la transmisión transgeneracional del apego, en autores como Peter Fonagy, Alicia Fraiberg y Selma Lieberman, de la teoría del apego representada, entre otros, por Jonh Bowlby, Mary Aisworth y Patricia Crittenden y de los avances en los estudios de las neurociencias y etología destacando los aportes de Allan Schore y Boris Cyrulnik. A su vez incluimos la perspectiva intersubjetiva en el desarrollo en autores Daniel Stern, Peter Fonagy y Edward Tronick, Colwyn Trevarthen.
A futuro, deseamos ampliar nuestra mirada con elementos conceptuales que provienen de otras disciplinas que trabajan con niños con dificultades psicobiológicas en su desarrollo, como terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogas y psicomotricistas, ya que son temáticas que muchas veces están presente en esta etapa temprana.
Todo este desarrollo teórico, lo hemos plasmado en un modelo de trabajo concreto en que realizamos sesiones con ambos padres en caso de ser posible, y con los padres e hijos/as de distintas edades.
En las sesiones familiares, le damos gran importancia a la observación de la relación entre los miembros, enfocándonos principalmente en actividades lúdicas y entretenida. Estas sesiones promueven a través de actividades y juegos muy sencillos y acordes a los intereses de los niños, un rico despliegue de relaciones que observar y también un espacio familiar grato para todos.
En nuestra mirada de las relaciones familiares hemos incorporado el trabajo realizado por Elizabeth Fivaz-Depeursinge y Antoinette Corboz-Warnery respecto al análisis de las alianzas familiares.
Estas autoras proponen que la interacción Triádica y no la Diadica, es la unidad primaria de un sistema familiar. Y que como todo sistema, la tríada madre-padre-bebé es un sistema co-evolutivo no reducible a la suma de sus partes. Afirman que esta matriz intersubjetiva básica es la que sostiene el desarrollo de un niño.
Las autoras proponen una metodología para estudiar la interacción madre-padre-bebé, el LTP “El Lausanne Triadic Play”. Este método operativamente basado en filmaciones de momentos de juego familiar, permite de manera muy fina, observar las alianzas familiares, las que pueden ir desde más funcionales a más problemáticas.
Asimismo, el material filmado lo usamos en “sesiones de video-feedback”, técnica utilizada por estudiosos del apego, con el fin de estimular la reflexión y conexión emocional de los padres respecto a su propio comportamiento en la interacción con su hijo/a.
En concordancia con las ideas de Peter Fonagy, quien plantea que el nivel de función reflexiva que poseen los padres es fundamental para explicar la calidad del vínculo padres-hijos, buscamos generar instancias que aumenten la capacidad de los adultos de reflexionar y mentalizar coordinadamente con la mente de sus hijos.
Junto con lo anterior, acompañamos a los padres a sumergirse en su historia familiar transgeneracional, que en el curso del proceso terapéutico ocurre de manera natural.
Ellos a través de las reflexiones sobre si mismos ligan espontáneamente su accionar y emocionar como padres con su propia historia, que Alicia Fraiberg y Selma Liebermann en sus estudios de intervención temprana, han denominado las historias de “ángeles y “fantasmas en la cuna o la guardería”, para referirse a las experiencia de la temprana infancia que pueden perturbar o bien proveer elementos protectores del vinculo.
De este modo, podemos resumir nuestro quehacer, señalando que en este desafío de aportar al desarrollo de un modelo de intervención familiar en la etapa de crianza temprana realizamos y utilizamos una serie de conceptos y metodologías que nos han seducido y hemos ido decantando progresivamente.
Es así como observamos interacciones, las filmamos, jugamos en la alfombra con toda la familia, hacemos video feedback, promovemos el desarrollo de la función reflexiva, y de la calidad del vínculo familiar, junto con vincular las historias transgeneracionales de los padres de manera de apoyar a los padres a darle un sentido y proyección a sus vivencias y desafíos de esta hermosa y vertiginosa etapa de la vida.
Así nos divertimos y aprendemos en conjunto con las familias.
Equipo Inicia:
Cristina Gonzalez B.
Sara Aberg S.
Astrid Villouta S.
http://www.terapiafamiliar.cl/web/cont_equipos_4.php?cod_info=9
Equipo Inicia:
Cristina Gonzalez B.
Sara Aberg S.
Astrid Villouta S.
http://www.terapiafamiliar.cl/web/cont_equipos_4.php?cod_info=9
1 Comentario
Anónimo Octubre 09, 2013
Hola, equipo INICIA.
Quiero felicitarlas enormemente por el trabajo que han comenzado, sin duda uno que estaba faltando para ampliar el rango de servicios y posibilidades de investigación del Instituto.
Llevo varios años viviendo y trabajando en Estados Unidos y, aun cuando no puedo trabajar como terapeuta familiar acá, los caminos me han llevado a seguir trabajando con familias, especialmente en temas de infancia temprana (desde el embarazo). Cada día encuentro más cosas que respaldan la importancia de la intervención y prevención en esta etapa de la vida, por la salud mental de toda la familia.
Saludos, felicidades otra vez y los mejores deseos en este nuevo proyecto.
Pilar García Bretón