Desde sus inicios, la misión institucional del Instituto Chileno de Terapia Familiar ha estado vinculada con poner al servicio de la comunidad la especificidad del modelo sistémico para el trabajo con familias, parejas y equipos de intervención psicosocial. Desde que en 2006 nuestro Proyecto Psicosocial fue reconocido con el “Sello Bicentenario”, renovamos con mucha fuerza ese espíritu.
Conscientes de que el programa propuesto por el MINSAL tiene un alcance limitado, y que es una intervención breve y acotada que responde las necesidades de esta del proceso de reconstrucción, diseñamos un taller que nos permitiera contribuir a “dar un respiro” a los equipos que trabajan en la séptima región de nuestro país.
La puesta en marcha del plan de intervención, que contempla la participación de otras instituciones en las regiones sexta y octava a cargo de los talleres, ha sido compleja, pues el contexto para su implementación, en medio del proceso de instalación de las nuevas autoridades de gobierno y de recuperación del orden mínimo en las regiones para poder funcionar, ha requerido de esfuerzos de coordinación y organización que resultan extraordinariamente exigentes. Tanto quienes han sido directamente afectados por el terremoto y maremoto, como los equipos de apoyo y las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, han debido usar los recursos propios y de la comunidad al límite.
A pesar de estas dificultades, estamos contentos pues, el esfuerzo ha rendido frutos y hoy hay instituciones desplegadas en cada una de estas regiones realizando los talleres. Nuestro Instituto ha coordinado los esfuerzos con el Servicio de Salud del Maule, de modo que atenderemos a los funcionarios del Servicio de Salud en localidades como Teno, Cauquenes, Talca, Linares, Curicó y Constitución. Esta semana continuaremos con los talleres ya iniciados hace algunos días en la ciudad de Talca y durante todo el mes de Mayo seguiremos en esta tarea.
En este espacio queremos compartir algunas de las ideas fuerza que guían el trabajo que hacemos en estos talleres, pensando en que pudiesen aportar a la reflexión de otros profesionales de los tantos equipos que se han desplegado y lo seguirán haciendo en las zonas que seguirán requiriendo apoyo por muchísimo tiempo más.
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Los funcionarios de los servicios de salud deben enfrentar y contener las demandas de los usuarios, independientemente de la situación personal en la que se encuentren. Muchos funcionarios son, a la vez, víctimas de la catástrofe. El abordaje en el taller se hará en función del rol y las implicancias que ha tenido para ellos desempeñarlo en condiciones extremas. Sin embargo, se considerarán los aspectos personales de ellos que van más allá del rol y que surjan como relevantes en la medida que se vinculen de algún modo a las dificultades con el rol en esta etapa.
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Aún cuando la intervención es muy acotada, la realización de estos talleres permite a los funcionarios de los diferentes servicios de salud sentirse a sí mismos y al contexto en que viven y trabajan, reconocidos. El fantasma del olvido tras la emergencia y el progresivo retorno a la normalidad de las otras zonas del país, los amenazan con la invisibilidad y desde ahí, con la retraumatización y la cronicidad.
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Compartir en espacios solidarios permite alivio. No se borra lo traumático, pero se puede generar sentimientos colectivos que permitan que la experiencia se pueda ir elaborando progresivamente.
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La elaboración entre pares es un contexto privilegiado para la elaboración emocional y el avance en la integración de la experiencia a la vida de un modo no desorganizador.
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La participación en este taller no significa que vayan a elaborar por completo lo vivido, porque la situación traumática es una situación presente y no ha habido tiempo para que el proceso de elaboración avance suficientemente. El concepto de “post-traumático”, no aplica a la realidad en que están viviendo y trabajando los profesionales, pues mientras las condiciones vigentes constituyan una amenaza para la salud física y emocional de las personas, no puede ser “post”.
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Es esperable que la mayoría de los participantes hayan hablado antes de lo que les pasó y vivieron durante y después del terremoto, sin embargo el contexto define una situación nueva, por lo que el taller debe ser un contexto que no sólo permita una catarsis, sino que promueva la capacidad de autocontención y contención grupal a partir de compartir guiadamente la experiencia emocional. El taller es una experiencia acotada, respetuosa de las posibilidades de cada participante de exponerse grupalmente, y con entrega de alguna información concreta básica que les ayude a hacer distinciones respecto de lo que es parte del proceso de vivir en condiciones límites de manera sostenida y sin salida de aquello que constituyen factores de riesgo y vulnerabilidades que predisponen a enfermar.
- Compartir las estrategias que les han sido útiles potencian el propio bagaje de herramientas y multiplican el repertorio disponible. Del mismo modo, aportar a otros con aquello que les ha sido útil contribuye a fortalecer la autoestima y permite otorgar algún sentido a lo vivido.
El modelo del taller se basa en dos ejes centrales:
a. La contención emocional a los equipos. Tiene como foco central la normalización de aquellas conductas y síntomas desplegados desde el terremoto y maremoto hasta la actualidad. Esto es, ayudarlos a contextualizar sus conductas y síntomas de modo que disminuyan las atribuciones que merman la autoimagen e interfieren en las relaciones interpersonales.
b. La visualización de los recursos personales y colectivos surgidos a partir de la catástrofe.
El trabajo con los recursos considera la identificación de aspectos personales y de los equipos que les han sido útiles para enfrentar y resolver las diferentes dificultades que han vivido en este tiempo.
Se espera que el taller contribuya a instalar en los grupos la capacidad de replicar espacios similares que permitan dar alguna continuidad a la experiencia de compartir y avanzar progresivamente en la superación de las secuelas emocionales y relacionales de la catástrofe. Para que ellos puedan generar espacios en que puedan replicar lo realizado, se necesitan facilitadores internos que sean capaces de conducir el proceso grupal.
Esperamos que esta iniciativa sea el comienzo de un programa de intervención sostenido en el tiempo, en el entendido que los funcionarios de salud continuarán expuestos por tiempo indeterminado a trabajar en contextos que constituyen en sí mismos factores de riesgo para su salud mental y física.
Agradecemos que el MINSAL nos haya considerado para participar de este proyecto ,que ya ha significado una experiencia institucional de cuerpo y de solidaridad imborrable.
Encargadas del proyecto MISAL-ICHTF:
Dra. Evelyn Betancourt M.
Directora Departamento Clínico IChTF
Ps. Claudia Cáceres P.
Vicepresidenta IChTF
(Imágenes del Hospital de Talca y Cauquenes)
1 Comentario
Natho47 Abril 25, 2010
Felicitacioens,seràn un gran aporte a los Equipos