La formación de terapeutas familiares en el ICHTF contempla distintas actividades, entre ellas clases teóricas, taller de habilidades terapéuticas, supervisión directa de casos en espejo unidireccional y el Taller de la Persona del Terapeuta.
Este último espacio tiene por objetivo desarrollar y potenciar, en un contexto grupal, los recursos personales de los terapeutas en formación. En un espacio de profundo encuentro humano, buscamos entrenar a los terapeutas en formación a tomar conciencia de sus sentimientos, resonancias e inducciones, para transformarlos en recursos al servicio del proceso terapéutico. Y a lo largo del proceso de formación ir encontrando un propio estilo terapéutico.
Partimos de dos fundamentos básicos. Primero, que el proceso terapéutico es conducido por un terapeuta, que está puesto en la relación terapéutica como persona, con su historia, sus propias ideas de mundo y sus personales resonancias emocionales. Y segundo, la importancia de la relación terapeuta-paciente, como elemento vincular central en la alianza terapéutica y, por lo tanto, del éxito terapéutico.
Al poner el vínculo como un elemento central para el desarrollo y éxito del proceso terapéutico, el encuentro humano paciente-terapeuta cobra especial relevancia. Para ello, el terapeuta debe hacer un proceso de conexión con la propia vulnerabilidad y la propia historia. Es a través de esta conexión con lo propio que el terapeuta posibilitará la apertura del paciente y/o miembros de las familias a sus vulnerabilidades.
El contexto grupal se constituye en un espacio de contención, de soporte emocional, que permite la exposición de los terapeutas en formación, para mostrar sus dificultades, sus entrampes, sus historias personales. Es un proceso que requiere alto compromiso emocional de todos los miembros del grupo, para generar una reflexión colectiva a partir de las resonancias emocionales de cada miembro.
En este sentido, la persona del terapeuta, a través de la alianza terapéutica, es considerada como vehículo de cambio fundamental. De ahí la importancia de que los terapeutas en formación desarrollen habilidades comunicacionales y emocionales para promover y sostener ese vínculo, habilidades para distinguir lo que es propio y lo que es del sistema consultante, así como habilidades para manejar momentos de alta intensidad emocional y transformarlos en momentos terapéuticos.
En terapia familiar los conflictos no solo se narran, sino que también se actúan, se escenifican a través de las dinámicas relacionales que se producen en el espacio terapéutico, lo que intensifica significativamente el impacto emocional para todos los involucrados, incluido el terapeuta y las posibles conexiones con su propia historia. Por ello, la capacidad del terapeuta para integrar su experiencia subjetiva, es tan importante como la formación teórica y el manejo técnico.
Es desde esta particular ética relacional, donde paciente/familia y terapeuta se encuentran personal y emocionalmente comprometidos en una relación terapéutica, que el Taller de la Persona del Terapeuta tiene un lugar central en la formación que imparte el ICHTF en Terapia Familiar y de Parejas. Nuestra idea es que a través del trabajo en este espacio, los terapeutas en formación desarrollen la capacidad de usar la conexión con la propia subjetividad como un recurso a favor del proceso terapéutico.
Ps. Roxana Lobo Quilodrán
Instituto Chileno de Terapia Familiar