En los últimos años hemos visto como el tema transgénero se ha instalado en la agenda política y mediática en Chile, hecho que llega a su clímax con el premio Óscar a la mejor película extranjera recibida por “Una mujer fantástica”, y que ha sido un catalizador a la discusión de la Ley de Identidad de Género en los últimos meses. Si bien, nos parece relevante y urgente que esta discusión se esté llevando a cabo en Chile, también creemos que es importante preguntarnos: ¿De qué forma se está abordando este tema en los medios y en el debate político? ¿Y Cuáles son los discursos dominantes sobre la experiencia transgénero y sobre la sexualidad humana en general que se despliegan en estos espacios?
Vivimos en una sociedad heteronormativa, es decir bajo un sistema de creencias que impone la heterosexualidad como la norma y lo universal, y aquello que salga de esta paradigma no es considerado natural (Martínez et al, 2018). Los medios de comunicación reproducen estos discursos con representaciones que establecen que lo normal y natural son las relaciones de pareja entre hombres y mujeres, y que existen formas adecuadas de ser hombre y ser mujer, instalándose una verdad acerca de los roles y prácticas asociados a lo femenino y masculino y las formas en que debe expresarse y vivirse el deseo, la sexualidad y la identidad. La Heterormatividad imperante se constituye como un modelo de discriminación y exclusión para la comunidad LGBTIQ+.
Los resultados de encuestas realizadas en Chile muestran que el 74,5% de la población LGBTI ha sido discriminada al menos una vez en su vida. En el contexto escolar el 70,3% de estudiantes LGBT reporta sentirse inseguro en la escuela debido a su orientación sexual y el 29,7% por su expresión de género. Aproximadamente el 95% escuchó comentarios LGBT_fóbicos, en su mayoría por el personal de la escuela (Martínez et al, 2018). Estamos muy lejos de ser una sociedad inclusiva que valore y respete la diversidad.
Observamos que el tema de la Ley de identidad de género ha sido cooptado por una disputa que define lo conservador y religioso vs lo progresista, tomándose como una bandera de lucha en los medios políticos chilenos. El debate parece estar más centrado en quienes ostentarán el poder al final de esta discusión, que en el tema de fondo respecto a las mejores condiciones para legislar a favor de aquellas personas transgénero que sienten traspasados sus derecho día a día.
Junto a lo anterior, se reproduce con mucha fuerza una mirada binaria de la sexualidad, aquella dónde lo importante es generar una definición de lo femenino y lo masculino, situándose repetidamente el énfasis en los peligros del arrepentimiento en un proceso de transición a un cambio de nombre legal y de sexo. Las formas de propiciar experiencias de tránsito favorables son escasamente elaboradas en las discusiones, así como la posibilidad de no situarse en una categoría preestablecida de hombre o mujer.
Para avanzar en una discusión fructífera tenemos que partir de la premisa que “el ser una persona trans es cuestión de diversidad y no de patología”. La Asociación Profesional Mundial de la Salud Transgénero (WPATH por su sigla en idioma inglés) emitió un comunicado el 2010 señalando que “la expresión de características de género, incluidas las identidades, que no están asociadas de manera estereotipada con el sexo asignado al nacer, es un fenómeno humano común y culturalmente diverso que no debe ser juzgado como inherentemente patológico o negativo”. (Coleman et al. 2012, p.4). El concepto de espectro –entender que la experiencia humana se mueve en una diversidad de identidades y expresiones de género- es lo que la WPAHT llama a que sea reconocido y validado, trascendiendo por lo tanto las estrechas concepciones binarias de identidad y sexualidad (Fuentes & Peña, 2017).
También es necesario distinguir la no conformidad o variabilidad de género –que se refiere al grado en que la identidad, papel o expresión de género no se alinea a las normas socioculturales establecidas-, a la disforia de género. Esta última está asociada al malestar que genera en el sujeto esta discrepancia entre la identidad de género y el sexo asignado en el nacimiento, y algunas personas con variabilidad de género pueden experimentarla en algún momento de sus vidas (Coleman et al., 2012).
En relación a los tratamientos existentes, la experiencia internacional y la evidencia clínica que tienen como objetivo el bienestar de las personas trans y con variabilidad de género, señalan que la asistencia para aliviar la disforia de género ha demostrado ser eficaz, con tasas de satisfacción entre el 87% y el 97%, dónde los casos de arrepentimiento son extremadamente raros (entre menos del 1% y 1,5%). Si bien muchas personas necesitan la terapia hormonal y cirugía para aliviar la disforia de género, no necesariamente esta es la vía que todas las personas requieren, dado que la comunidad trans es diversa en sus identidades, roles y expresión de género (Coleman et al, 2012). Por lo tanto, la discusión debe trascender el lente heteronormativo y binario imperante avanzando en responder cómo se respeta la experiencia humana de cada sujeto, y en qué medida el estado, a través de sus políticas, aboga por facilitar la decisión de las personas a vivir la vida que quieren vivir como un legítimo derecho humano.
Vivián Díaz
Equipo Unidad de Diversidad Sexual e Identidad de Género IChTF
Coleman E., Bockting W., Botzer M., et al. Normas de atención para la salud de personas trans y con variabilidad de género. World Professional Association for Transgender Health (WPATH), 2012. Sacado en http://www.wpath.org/site.page.cfm?pk_association_webpage_menu=1351&pk_association_webpage=4380
Fuentes, M. & Peña, F. (2017). Consideraciones clínicas para un trabajo culturalmente competente con pacientes LGBTIQ V2017-01. Disponible en sitio web de AFIRMA: http://www.afirma.cl/recursos
Martínez, C. Tomicic, A., Gálvez, C., Rodríguez, J., Rosenbaum, C., Aguayo, F. (2018). Psicoterapia Culturalmente Competente para el Trabajo con Pacientes LGBT+. Una guía para Psicoterapeutas y Profesionales de la Salud Mental. Centro de Estudios en Psicoterapia Clínica & Psicoterapia, Universidad Diego Portales (CEPPS-UDP). Santiago, Chile.