Ayer, en medio de la cuarentena total de la comuna en que vivo (que más que cuidarnos a nosotros – quienes con alta probabilidad solo contraeremos una fuerte y desagradable gripe en caso de contagiarnos -permite hacernos responsables y cuidar a quienes son más vulnerables) vi la película “Historia de un matrimonio” de Bambauch, el mismo director de “Historias de Familia” (The squid and the whale). La película que bien podría llamarse “historia de un divorcio”, muestra la crisis de una pareja, su historia de relación, cómo a partir de esta historia se comprenden los nudos de su quiebre actual y el modo en que se desenvuelve la separación, el divorcio y la organización familiar post-divorcio. La película muestra la influencia en el curso de la relación de la pareja y de ellos, en tanto padres, de los terceros que intervienen, fundamentalmente del sistema legal, representado a través de los abogados, que resulta crucial para comprender los caminos que ellos pudieron haber elegido y los que finalmente eligieron.
Así de central es el contexto que rodea a las parejas que ya no tienen un vínculo conyugal y que se esfuerzan por mantener el vínculo parental. Siempre es así. Somos en contexto. Pero es probable que en la vulnerabilidad – cualquiera que sea- la relación ser y contexto se haga más crucial. Al menos, más evidente.
Lo mismo que el contexto, el lenguaje es crucial porque, demás está decirlo, “crea realidades” y, como dice Heidegger, “El hombre vive en la casa del lenguaje, que es la casa del ser”.
Contexto y lenguaje son las ideas que se mezclan en mis pensamientos de cuarentena y aislamiento físico, luego de ver una película que más allá de hacerme pasar un rato en estos días de encierro, me conectó con el valor de los padres y madres que quieren y buscan el bienestar de sus hijos y que a menudo ven limitados o condicionados sus esfuerzos a decisiones e influencias que poco ayudan al desarrollo de vínculos colaborativos entre ellos.
En ese cruce de contexto y lenguaje se vuelve a aparecer la noticia con que encabezo esta reflexión: “Régimen de visitas a niños de padres separados quedarán suspendidos en comunas con cuarentena total”…..
A propósito de lenguaje y creación de realidades:
Visita: acción de cortesía que se realiza yendo a casa de un familiar, amigo o conocido por amistad, atención, conversación o consuelo por periodos de tiempo cortos. …permanencia, estadía y/o duración en un lugar específico por periodos cortos. Es decir, lo que caracteriza a la visita como tal es el tiempo de permanencia en un sitio ajeno a nuestro lugar de convivencia diaria.
¿qué realidad construimos y qué realidad develamos cuando se habla de “visita” o “régimen de visitas” en referencia al encuentro de un padre con sus hijos e hijas o de una madre con sus hijos e hijas si la pareja ya no vive junta y ha disuelto su vínculo de pareja?
¿cuáles son los derechos y los deberes de un padre o una madre cuya relación se remite a “visitar” a sus hijos e hijas”?.
¿qué vinculos se pueden construir en una visita de cortesía, por un tiempo breve en un lugar que les es ajeno?
¿cuál es la influencia que puede tener en la vida de sus hijos e hijas un padre o una madre visitante en sus hijos e hijas?
¿cuáles son los costos para los hijos e hijas de tener padres o madres visitantes o ser ellos mismos visitas en las casas de sus padres y/o madres?
El título de este texto, extraído de la noticia publicada en los medios al decretar la cuarentena para 7 comunas, usa también la expresión: “Padres separados”. Es verdad, lamentablemente hay veces en que la pareja no solo disuelve el vínculo conyugal, sino que también el parental. Se divorcia la pareja y se divorcian los padres. Cuando esto ocurre surge la destructividad en las relaciones familiares y con ello, la guerra y el daño a los hijos e hijas. Pero, así no son la mayoría de las separaciones y divorcios. La mayoría de los padres y madres logran, muchas veces pese a la interferencia de terceros como en la película, llegar a acuerdos más o menos razonables, a tener coordinaciones parentales más o menos eficientes y a mantener relaciones de colaboración suficientemente amorosas, por el bien de sus hijos. (anque también les haga muy bien a cada uno de ellos)
Estos padres, madres y sus hijos e hijas, sobre todo los más pequeños, están sufriendo en esta cuarentena. No solo por el encierro, justificable por la necesidad imperiosa de impedir la expansión descontrolada del contagio y con ello evitar el riesgo grave a que están expuestos los más vulnerables, sino por el impedimento de mantener las rutinas de encuentro a las que estaban acostumbrados y que son imprescindibles para la construcción de los vínculos que alimentan su desarrollo. Si pensamos en “visitas”, se entiende. Las visitas se hacen cuando las condiciones son favorables y si no, se postergan o simplemente no se hacen. Si bien una o dos semanas es un tiempo acotado, no sabemos cuánto realemente se extenderán las restricciones, pero no se trata de un tema de tiempo, sino de principios.
La pandemia nos ha hecho concientes de nuestras pertenencias. La pertenencia a una familia, a una comunidad que apoya con el cuidado propio y el de otros, nuestra pertenencia al país, a la región y al mundo. Nos ha hecho concientes de la dependencia del otro. No basta con que yo me cuide o cuide a los mios. Dependo de que otros se cuiden. Pero, ¿qué pasa con las pertenencias de niños y niñas que pertenecen a una familia cuyos padres no viven juntos?, que tienen pertenencias compartidas y viven en dos casas, aunque no pasen el mismo tiempo en cada una de ellas.
Tal vez si no pensaramos que son visitas en las casas de uno de sus padres o que sus padres los visitan, sino que su pertenencia está con cada uno de ellos en sus respectivas casas .. ¿seria pensable que en condiciones de seguridad los padres que quisieran y pudieran, tuvieran un salvoconducto para que sus hijos e hijas pudieran mantener el contacto con ellos durante estos tiempos que ya son muy difíciles por la tensión, la discontinuidad que significa dejar el colegio, los jardines infantiles, las actividades extraprogramáticas, los amigos del barrio, los abuelos y abuelas, los primos y primas?
Ser en contexto significa considerar que son tiempos excepcionales y que, por supuesto, se requieren ajustes excepcionales también, del mismo modo que considerar que asi como es posible surtirse de víveres en condiciones de seguridad, pasear a las mascotas o ir al banco o a la farmacia, los niños y niñas cuyos padres no viven juntos puedan disponer de una opción de rotación o turnos para mantener la continuidad del vínculo con ambos padres y permitirles a estos hacerse cargo de la corresponsabilidad que hoy consagra nuestra legislación de modo que esos hijos puedan ser cuidados, contenidos y acompañados por ambos padres en tiempos de excepción, tal vez cuando más se ponen en juego las necesidades de cuidado y apego.
Una vez que pase la crisis sanitaria y la pandemia se retire, muchas cosas habrán cambiado y muchos de los recursos que personas, familias e instituciones han desplegado para hacer frente a la crisis, se quedarán y se convertirán en recursos permanentes. La pandemia no solo dejará dolor y pérdidas, sino también ganacias y aprendizajes. Ojalá para las niños y niñas de las familias cuyos padres no viven juntos también haya una ganancia y avancemos en el reconocimiento del contexto: que en Chile la mayoría de los niños y niñas no vive en familias nucleares (padre y madre con vinculos biológicos con sus hijos y que viven juntos). Y, en que las decisiones personales e institucionales den cuenta y fortalezcan, partiendo por el lenguaje, el principio de la corresponsabilidad parental para el mejor desarrollo de nuestros hijos e hijas.
Ps. Claudia Cáceres Pérez
Equipo Terapia Familiar en Procesos de Separación y Familias Ensambladas.
Instituto Chileno de Terapia Familiar
5 Comentarios
Unknown Abril 12, 2020
Estimada Claudia y querido Instituto Chileno de Terapia Familiar
Gracias por compartir esta perspectiva, me parece un aporte para ampliar la mirada.
Sin embargo, sugiero cambiar la imagen que acompaña el texto, dado que el mensaje que entrega no promueve conductas protectoras de cuidado y autocuidado.
Se observa una conducta que socializa el cariño mediante el beso en la boca entre un adulto y un niño, que corresponde a una conducta sexualizada en tanto no es esperable en la edad de un niño pequeño. Esa conducta del adulto, enseña al niño que es adecuado para él entregar y recibir cariño mediante un beso en la boca, lo que no permite al niño problematizar si un adulto quisiera besarlo, o si un compañero, o el mismo quisiera cariñosamente besar en la boca a un amiguito. Esto lo deja más vulnerable, y me parece fundamental que los adultos delimitemos claramente los límites de la intimidad, como una conducta básica y fundamental de cuidado del adulto hacia los niños.
Considero que una forma de marcar ese límite, es no socializar este tipo de imágenes sin problematizarlas, dado que a pesar de que pudieran carecer de malas intenciones, refuerzan la normalización de estas conductas inadecuadas, que se dan en nuestra sociedad.
Tamara Gallyas
Psicóloga
Terapeuta Familiar y de Pareja
Unknown Abril 13, 2020
Muy interesante, Claudia. Este es un tema que toca hoy toca a tantas familias y se hace importante pensar y debatir juntos acerca de la factibilidad de resguardar esos vínculos presenciales y a la vez cuidar que no se propague la epidemia. En este tiempo de acompañar a las familias en terapia online, aparece la necesidad de l@s hij@s de estar con el padre que no está en casa, el agobio y cansancio aquel/la que está permanentemente con ellos y la impotencia de quien está alejado…
Anónimo Abril 13, 2020
Claudia.. Gracias por hacernos reflexionar sobre esto. Me parece que la voz de los niños y niñas en esta situación, como en muchas q los afectan, requiere ser escuchada.. Con quien y donde pasar este encierro… Así como requiere de mucha madurez, generosidad y sabiduría de los padres para posponer sus diferencias en beneficio de los hijos q dicen amar.. Cada situación es única y difícil en cuanto a equilibrar y satisfacer las necesidades de todos los involucrados.
Me parece que el bienestar de los hijos e hijas es lo fundamental, y se complejizan más estas decisiones en contextos de mayor vulnerabilidad.
Creo que estamos lejos aún de que las medidas judiciales de las mal llamadas visitas, visibilice a los niños y niñas y sus familias en toda su complejidad y particularidad.. Y no sólo como otros 'caso " a resolver.
Abrazos
PAULINA FIGUEROA
Psicóloga
ICHTF Abril 14, 2020
Tamara.
Jamás ni yo ni el equipo hemos visto una connotación distinta a la ternura y cariño en la imagen del beso entre la madre y su hijo, mediado por una ventana, contextualizada en la situación que vivimos hoy. Sin embargo, si a alguien le parece equívoca o puede interpretarla de otra manera, como tu lo señalas, creemos conveniente cambiar la imagen. Lo hacemos además, porque nos interesa compartir el mensaje y la reflexión respecto de la situación que viven hoy muchos niñas y niñas en nuestro país para fomentar políticas y prácticas que los cuiden en el contexto del divorcio y si la foto desfocaliza la reflexión de este objetivo, hacemos la modificación. La imagen es solo un apoyo a lo que queremos transmitir. Por último, y por lejos, lo más importante, queremos resguardar a esa madre y a ese hijo que generosamente nos regalaron su foto, quienes merecen todo nuestro respeto y gratitud.
Gracias por tus palabras. Justamente en la situación de hoy el tema es como conjugar el bien común y el cuidado de todos con todos con la consideración de tantos niños y niñas y sus familias, sin que tengan que buscar subterfugios y juntarse con un salvoconducto en el supermercado para hacer “traspaso de hijos” o rotación de viviendas. Pero, el tema va más allá del contexto excepcional actual y tiene que ver con apoyar en los hechos y en forma permanente y no excepcional, la corresponsabilidad parental, que no puede depender del techo bajo el que vivan los hijos.
Saludos
ICHTF
ICHTF Abril 14, 2020
Paulina
Completamente de acuerdo. Como equipo llevamos 20 años en este esfuerzo, pero los cambios son lentos y las tradiciones y el peso cultural en los temas de familia y género son enormes aún. En enero de este año fuimos invitadas al lanzamiento del informe del comité de Evaluación de la Ley/OCDE, de la Cámara de Diputados, a la presentación del informe de la evaluación de la Ley N°20.680, que introduce modificaciones al Código Civil y a otros cuerpos legales, con el objeto de proteger la integridad del menor en caso de que sus padres vivan separados. La conclusión más relevante es que “el contenido de la norma es suficiente para tratar materias de corresponsabilidad y proteger la integridad de los NNA en caso que sus padres vivan separados. Sin embargo, el incumplimiento de la norma radicaría principalmente en la Cultura nacional, “la que aún está en proceso de superar los roles tradicionales que se le asignan a madres y padres en el funcionamiento de la dinámica familia” (p. 97 Informe evaluación de la ley Nº20680). Tenemos mucho por hacer.