Ser psicóloga y la formación con el sello del IChTF son parte de mi historia desde pre grado. Las Profesoras en la Universidad ya me encantaban con la mirada relacional y para seguir aprendiendo “haciendo”, realicé la práctica de Pregrado en el IChTF. Después vino el Diplomado Psicosocial para posteriormente cumplir «mi sueño profesional», ser Terapeuta Familiar. Este se concretó de una manera que jamás soñé… El IChTF realizó el Postítulo en Coyhaique. Hoy día formo parte del Centro Vínculos, compuesto por 6 psicólogas Terapeutas Familiares, ofreciendo un espacio centrado en los recursos para personas, parejas y familias de la Región de Aysén.
Haber hecho la formación de postítulo del Instituto ha sido un gran paso en mi carrera y en mi formación como terapeuta de familias y parejas. Es un programa muy completo, que considera profundidad teórica, desarrollo práctico y un abordaje desde lo personal, que son aspectos fundamentales en la trayectoria de un psicólogo. Consta de un excelente equipo profesional y docente, y una gran cantidad de instancias de aprendizaje complementarias a la formación, como jornadas clínicas, seminarios y la posibilidad de realizar una pasantía internacional en el Instituto Ackerman. Recomiendo esta formación y la volvería a elegir a ojos cerrados.
El hacer la formación en el instituto chileno de terapia familiar me permitió empezar con la clínica de una manera guiada, actualizada y entusiasta. Fueron dos años de clases con excelentes profesores, junto a un trabajo clínico completo y desafiante; lo que además de permitirme un tremendo desarrollo profesional y personal, me dejaron en contacto con una amplia red de profesionales sistémicos del mejor nivel. La verdad es que fue una experiencia que me encantaría volver a vivir.
El instituto es un lugar de formación íntegra, con acento en diversas aristas importantes que nos permiten comprender el motor de las personas al relacionarse tanto en sus contextos familiares como en los vínculos de intimidad. Acá no sólo se aprende de los demás también nos comprendemos a nosotros mismos y miramos nuestras relaciones profundas, lo que permite instalarnos de manera consciente y madura en el rol de terapeuta. Los profesores son de excelente calidad y profunda humanidad hacen un acompañamiento guiado, respetuoso y responsable que permite apropiarse con mayor seguridad y conocimiento de nuestro rol de terapeutas familiares y de parejas generando reflexión y conexión emocional entre terapeutas y familias, pudiendo comprender el mundo del paciente y sus familias con más amplitud y por tanto mejores soluciones a los problemas que aquejan a quienes piden nuestra ayuda. El instituto ha hecho de mi mejor hija, esposa, madre y sobretodo mejor terapeuta. Solo agradecer por todo lo recibido.
La formación teórica y clínica del Instituto es de un excelente nivel. Visualizar la importancia de lo relacional-contextual y de lo transgeneracional ha enriquecido mucho mi comprensión diagnóstica, y las estrategias terapéuticas que aprendí han sido extremadamente útiles en mi trabajo clínico con individuos, parejas, familias, y con distintos grupos humanos. Creo que haber pasado por el Instituto ha sido un antes y un después en mi vida profesional.
La formación en el Instituto Chileno de Terapia Familiar me ha ayudado a enfrentar de mejor manera los desafíos de mi trabajo como psiquiatra no solo en el trabajo con familias, sino también en la comprensión de las historias de mis pacientes en atención individual. Agradezco la calidad y dedicación de los docentes que realizaron las actividades teóricas y prácticas y haber tenido la experiencia de supervisión y trabajo de la persona del terapeuta.
Como si fuera mi familia: Conocí al Instituto hace más de 20 años. Cuando en mis primeros pasos como psicóloga clínica, sentía la urgencia de hacer bien las cosas como terapeuta, ante el miedo a equivocarme y hacer daño a otros. En un contexto donde el aislamiento de nuestra geografía, incrementaba esta sensación de trabajo en solitario y a puertas cerradas. Pasaron más de 10 años y vuelvo al Instituto para seguir aprendiendo… y entendí que esos temores son imprescindibles, y que ojalá nunca me abandonen. Siguen pasando los años y el Instituto sigue siendo mi cable a tierra, la recuperación de mi norte, y un lugar para entender q en realidad no estamos solos…como si fuera mi familia.
Aprendí muchísimo en el instituto, tanto en clases, como en supervisión y atendiendo en el espejo. El taller de la persona del terapeuta abrió varios temas, que con los años pude trabajar en mi propia terapia. Como terapeuta, siento que llevo muy incorporada la visión sistémica. Incluso si atiendo un paciente individual, es como si su pareja, su hermano, su padre o sus hijos también estuvieran ahí en la sesión. En definitiva, el postítulo la formación en el IChTF me permitió fortalecer la mirada y el actuar terapéutico, integrando lo contextual con lo intrapsíquico. Recuerdo con mucho cariño y admiración a Claudia Cáceres, Cecilia Grez, Sylvia Campos y Eduardo Nicholls. Con todos ellos nos hemos seguido viendo, por temas de supervisiones y pacientes en común. En la actualidad, dirijo Nevería, un centro de rehabilitación de adicciones, donde aplico mucho de lo aprendido en el postítulo. También colaboro con ILAS y el Magíster de Trauma de la UAH.