En el trabajo terapéutico con diversidad sexual surgen algunas interrogantes que nos ayudan a reflexionar sobre las particularidades que conlleva el trabajo con la comunidad LGTBIQ+, como por ejemplo, cuáles son los principales desafíos terapéuticos que implica trabajar con la diversidad sexual, cuáles son las principales amenazas o aprensiones que presenta las familias a la hora de consultar por terapia familiar en esta temática y también cómo es que el terapeuta revisa y reflexiona sobre sus propios prejuicios.
Cuando abrimos el tema de la diversidad sexual en el contexto de la terapia familiar estamos interpelando a una persona a trabajar y compartir una parte de sí mismo que en muchas ocasiones la ha experimentado con incomodidad, miedo, vergüenza y vivencias de vulnerabilidad. El reconocimiento de estas vivencias es vital en la terapia familiar con un paciente de la diversidad sexual, ya que este sufre especialmente por ser discriminado, y vivir en un mundo hostil frente a aspectos relevantes de su identidad. Parece difícil tomar el peso a lo que implica haber estado expuesto a una historia repetida de vulneraciones y vivirlas en silencio, ya que no se trata de un hecho aislado, sino de constantes situaciones donde la sociedad, a veces las familias e incluso los terapeutas han negado la legitimidad de aspectos relevantes de su vida. Asumir la complejidad de esta historia es importante, esto no implica victimizar a las personas que nos consultan, sino acoger su dolor.
Es importante no mirar a los pacientes de diversidad sexual como homogéneos, sino recoger su heterogeneidad, acceder a su subjetividad e idiosincrasia y no asumir que la historia que nos presentan es igual para todos/as. En este sentido parece un importante desafío para el terapeuta que trabaja con la diversidad sexual presentar una escucha activa que permita asumir y sostener el dolor de cada persona en particular. En esta línea, el concepto de Interseccionalidad cobra sentido, ya que permite mirar las distinciones que hay en la historia de una persona de acuerdo a los diversos contextos donde se desarrolla, lo que facilita miradas comprensivas y específicas en relación al género, la clase socio cultural, las diferencias étnicas, entre otros. Esta perspectiva nos permite mirar y pensar las diferencias en toda su complejidad.
Es relevante que la postura del terapeuta sea de curiosidad y que los diálogos que se establecen con la familia se originen desde sus perspectivas y no exclusivamente del terapeuta, para que se de un encuentro.
En este sentido cobra relevancia la metáfora de Harlen Anderson sobre comprender relación terapéutica como la que existe entre un invitado y un anfitrión. Los dos están entrando en la vida del otro/a y esto implica un proceso de construir confianzas, de generar espacios de diálogos cuidadoso con el otro/a.
Considerando esta metáfora nos surge la inquietud de qué tan especifico tiene que ser el terapeuta que trabaja con la diversidad sexual y que tanta especificidad implica este tipo de terapia ¿Los pacientes de la diversidad sexual son un invitado “común y corriente” o es un invitado “especial”? Sin duda parece relevante considerar que en el trabajo terapéutico con la diversidad sexual se deben tener en cuenta variables que afectan la calidad de vida de las personas de la comunidad LGTBQ+ como el estrés de la minoría, la discriminación heteronormativa, la mirada binaria.
El Diagrama de Venn de la intersección de los conjunto nos muestra como los círculos no son cerrados sino intermitente, esto ocurre de cierta manera en la relación entre el terapeuta y el paciente. La importancia es que en esos círculos exista un flujo de información constante.
El paciente con diversidad sexual es un invitado especial, hay variables que hay que mirar que uno no considera con pacientes de la comunidad heterosexual o binario, el terapeuta debe manejar conocimientos específicos, un marco teórico particular que ayuda en el encuentro con este invitado especial.
Con la situación de Pandemia y confinamiento y la emergencia de la terapia on line donde el terapeuta realiza la terapia desde su casa, ha quedado en evidencia que el terapeuta también comparte su mundo con el paciente, no está en un lugar de jerarquía, es importante desrigidizar el mundo del terapeuta para poder encontrarse con el otro/a.
Respecto de las principales aprensiones que tienen las familias a la hora de consultar por terapia familiar en contexto de diversidad sexual, los temores mas habituales que se presentan en alguno o todos los miembros de la familia es si la diversidad sexual es permanente, temporal o real. También se preguntan cuánto tiempo va a durar. Por otro lado se presentan los cuestionamientos de los padres sobre “¿qué podemos transformar?” o “¿qué hemos hecho como papás para que este hijo manifieste esta actitud?”, “¿le habrá pasado algo malo, alguna una experiencia traumática?”
Conjuntamente hemos podido apreciar algunos temores hacia el terapeuta donde surgen cuestionamiento sobre quién es esta persona que le vengo a mostrar mi hijo, compartirá mis ideas, religión. Otro temor presente es que el terapeuta puede inducir o potenciar la orientación sexual de los hijos/as y se cuestionan si hablar sobre el tema de la diversidad sexual promueve una cierta orientación sexual.
Las familia que consultan no deben ser entendidas como un todo. Los padres pueden entrar en ciertas polarizaciones, en ocasiones uno acompaña y el otro se muestra más resistente o con miedos, observándose distintas voces dentro del grupo familiar.
En este sentido la postura del terapeuta es de acogida a las aprensiones de la familia pero presenta una clara postura terapéutica afirmativa respecto de la diversidad.
En la familia cuando se generan alianzas o coaliciones tiene que ver con los temores de alguno de los padres por experiencias propias que han vivido, en este caso hemos trabajado con padres en forma independiente para ir indagando de dónde viene el temor y la angustia y aparecen episodios que hacen comprender la resistencia. Cuando esto emerge es un descubrimiento para el hijo/a por el que se consulta, ya que logra entender que la posición de uno o ambos padres no es antojadiza. Las sesiones vinculares ayudan mucho en este sentido.
Por ultimo en relación al trabajo de la persona del terapeuta y como trabaja los prejuicios es importante asumir que los prejuicios son inherente a la naturaleza humana, están presentes en el terapeuta y paciente y la forma de abordarlos es a través del diálogo, del lenguaje y la pregunta. No tenemos por que entender si es trans va a adherirse a un modelo fluido y no es así puede adherirse a lo binario. No debemos dar nada por sentado, esto nos ayuda como terapeuta. No pararnos desde la postura del experto, sino postura de la curiosidad, tratar de entender la significación de lo que están viviendo nuestro paciente en particular y acompañarlo y sostenerlo en sus preguntas aún cuando no hayan respuesta.
Vivian Díaz
Astrid Castro
Tatiana Castillo
Loreto Forno
Maritza Tellez
Marcela García-Huidobro
Unidad de Diversidad Sexual
Instituto Chileno de Terapia Familiar