Murió el Dr. Luis Tapia Villanueva. Nuestro amigo, terapeuta de pareja, investigador entusiasta y riguroso, miembro activo de nuestro Instituto.
Echaremos de menos su sentido del humor al que le dedicó un espacio en la investigación sobre psicoterapia y alianza terapéutica como una más de tus tantas investigaciones. Echaremos de menos su creatividad, su irreverencia , su capacidad para jugar y su genialidad.
Es una gran pérdida su partida temprana, la de un hombre que tenía todavía mucho que aportar al desarrollo de la investigación y la reflexión en psicoterapia de pareja y a nuestro instituto. Creo que, en parte, eso lo podremos compensar haciéndonos cargo de la continuidad de su trabajo. Se lo debemos, nos lo debemos.
Quiero compartir una de mis experiencias con Lucho, en el marco de una amistad que se desarrolló en torno al interés común por la psicoterapia de pareja en general y del foco en la sexualidad en particular.
El 2006 me invitó a participar con él en una conferencia sobre los Problemas del Deseo en Terapia de pareja en el 8º Congreso Chileno de Psicoterapia desarrollado por la Sonepsyn y la SPR para el 2007 en Reñaca. Por supuesto acepté sin considerar lo que significaba “Conferencia”. Ya había tenido alguna participación en dicho congreso en años anteriores, en la modalidad de taller. Cuando tomé conciencia que “Conferencia” era una de las actividades masivas del congreso me apaniqué y le escribí un correo contándole mis sustos e inseguridades. No recuerdo si incluso pensaba arrancarme de la situación. Pasaron varios días sin que respondiera, así que le escribí otro correo preguntándole si lo había espantado. A los pocos días me respondió así:
“Variaciones sobre Carta a un Joven Poeta de Rainer Maria Rilke
París, 17 de Febrero de 1903
Estimada Cecilia:
Hallé su carta hace apenas unos días. Quiero darle las gracias por su gran afecto y confianza. Siento no poder hacer más; no puedo juzgar la forma de sus versos, porque la intención crítica está demasiado alejada de mí. No hay cosa más deficiente que tocar una obra de arte con palabras críticas: siempre van a surgir interpretaciones equívocas más o menos felices. Las cosas nunca son tan evidentes y claras como generalmente se pretende hacernos creer. La mayoría de los hechos no tienen explicación lógica; se cumplen en espacios en los que jamás entró una palabra; y lo más inexplicable de todo es una obra de arte, existencia misteriosa, cuya vida es eterna y opuesta a la nuestra, que se desvanece.
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Anteriormente le preguntó a otros. Los lleva a las revistas. Los coteja con otros, y se preocupa porque algunas reacciones los rechazan. Entonces (como usted me ha permitido aconsejarlo), le suplico que abandone eso. Usted mira hacia fuera y, es precisamente lo que no debe hacer ahora. Nadie puede aconsejarla ni ayudarla, nadie. Solamente existe una manera: entre en si mismo. Descubra el fundamento que lo lleva a escribir; investigue si tiene raíces en el lugar mas profundo de su corazón; reconozca si para usted sería necesaria la muerte en caso de ser privado de escribir. Esto ante todo: pregúntese en la hora mas callada de la noche: ¿debo escribir?. Busque en lo mas profundo de si mismo la respuesta. Y si esta es afirmativa, si enfrenta esta grave pregunta con un seguro y sencillo “debo”, siendo así, edifique su vida conforme a tal necesidad: su vida, aún en la hora mas insignificante y pequeña, debe ser signo y testimonio de ese acto. Entonces, trate de expresar como el hombre primigenio lo que ve y siente, lo que ama y pierde. No escriba poesías de amor; sobre todo, apártese de las formas demasiado comunes y que se encuentran con facilidad: son las mas difíciles, . Por tal motivo, líbrese de los motivos generales y tome los que le ofrece su diario devenir. Muestre sus tristezas y deseos, los pensamientos que acuden a su muerte y su fe en algo bello; muestre todo eso con profunda sinceridad interior, serena, sumisa, y para expresarse, use los objetos de su entorno, imágenes de sus sueños y las cosas esenciales de sus recuerdos. Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese a usted mismo, reconozca que no es lo suficiente poeta para encontrar en ella sus riquezas. En los creadores no cabe la pobreza, ni los lugares pobres e indiferentes. Y aunque usted estuviera en una cárcel sin poder percibir los rumores del mundo exterior, ¿no tendría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, grandiosa, fuente inagotable de recuerdos?. Regrese a ella su mirada. Intente aflorar las brumosas sensaciones de tan inmenso pasado; se fortalecerá su personalidad, se acrecentará su soledad y se hará un lugar a la sombra, en el cual, el estrépito de los otros pasa de largo y lejano. Y si ese regreso a lo interior, de ese adentrarse a su propio mundo brotan versos, no acuda a nadie para saber si sus versos son “buenos”. Tampoco intentará que las revistas literarias se interesen en sus trabajos, pues los verá como una preciosa propiedad natural, un pedazo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad de crearla. En esa naturaleza de origen está implícito el juicio: no hay otro. Por eso, mi querida señora, no podría darle otro consejo que este: penetrar en si mismo y encontrar las cosas mas profundas de su vida. Esa es la fuente en la cual usted encontrará la respuesta a su pregunta si debe crear; tómela como suene, sin explicaciones. Tal vez suceda que usted está llamado a ser artista. Si es así, acepte su destino y llévelo con su sufrimiento y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa que hallará afuera. Pues el creador debe ser un mundo en si mismo, encontrar todo en si y en su propia naturaleza.
Tal vez después de esta comunión con su mundo interior y sus soledades, debe renunciar a ser poeta (sería suficiente, como he dicho, sentir que se puede vivir sin escribir, para definitivamente no hacerlo). De cualquier forma, tampoco habría sido en vano el recogimiento interior en que le insisto. En todo caso, partiendo de ahí, su vida encontrará sus propios caminos, y le deseo que sean dichosos, ricos y amplios, se los deseo mucho más de lo que soy capaz de expresar. ¿Qué más le diría?. Creo haber realzado todo en su debida forma: para terminar, solo deseo aconsejarle que progrese en su evolución en forma sosegada y sincera: no podría sufrir un deterioro mas desastroso, si mira hacia el mundo exterior y espera de él una respuesta, a preguntas que solamente podrá contestar desde su interior, acaso, en la hora mas callada.
Fue para mí una alegría encontrar en su carta el nombre del profesor Horacek; conservo hacia ese bondadoso sabio, una profunda admiración y respeto que perdura en el tiempo. Si usted es tan amable, le encomiendo que le haga conocer mis sentimientos; es mucha bondad de su parte que aún me recuerde, y lo sé apreciar.
Ahora, le devuelvo los versos que me confió tan amistosamente. Agradezco de nuevo su cordialidad y confianza, de la cual, con esta sincera respuesta, dada en la mejor forma que sé, trato de hacerme un poco más digno de lo que en realidad soy, por mi condición de desconocido para usted. Con fervor e interés.
Rainer
París, 17 de Febrero de 1903”
Este fue un hermoso regalo que recibí de Lucho y que aprecio y guardo hasta el día de hoy y que me animé a compartir con Uds. Su manera de responderme representa para mi, de alguna manera, a ese amigo y colega que me invitó a tomar los riesgos necesarios para continuar mi propio camino de desarrollo profesional y trabajar juntos en muchas oportunidades. Echaré de menos a ese hombre lector, sibarita, buen cocinero, divertido, artista… un amigo generoso y con quien disfruté trabajar y compartir las reflexiones de nuestras experiencias como terapeutas y amigos.
Este fue un hermoso regalo que recibí de Lucho y que aprecio y guardo hasta el día de hoy y que me animé a compartir con Uds. Su manera de responderme representa para mi, de alguna manera, a ese amigo y colega que me invitó a tomar los riesgos necesarios para continuar mi propio camino de desarrollo profesional y trabajar juntos en muchas oportunidades. Echaré de menos a ese hombre lector, sibarita, buen cocinero, divertido, artista… un amigo generoso y con quien disfruté trabajar y compartir las reflexiones de nuestras experiencias como terapeutas y amigos.
Los invito a compartir sus recuerdos, anécdotas y experiencias con Lucho.
Te echaremos de menos Lucho y mucho.
M. Cecilia Grez Jordán
Presidenta del IChTF
1 Comentario
Pamisover Junio 13, 2016
Lindo recuerdo de Lucho, Ceci. Te mando un abrazo grande ❤️